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  • Pastor Raimundo Valenzuela

    “Cuando vine a este Encuentro jamás pensé que tal vez tendría la oportunidad de decir algunas palabras. Pero habiéndose ofrecido, creo que faltaría no sólo a un privilegio sino a un deber si no dijera algo respecto a mi afecto por Don Enrique. Un afecto que él desconocía.

    “No puedo decir que fuimos amigos porque nuestro contacto personal fue muy escaso. Sí puedo asegurar que su persona llamó mi atención después de los desmanes de Pudahuel. Y luego que un día sintonicé las ondas de Radio Santiago, y escuché su predicación, encontré un Pastor a mi propia vida. Lo invitamos a la Comunidad  Teológica para predicar en nuestro culto en dos oportunidades: en 1979 y 1981. Su primer mensaje versó sobre Juan, capítulo 17, y las palabras de Jesús en su Oración Pontifical al Padre ‘Que todos sean uno, como tú y yo somos uno’.

    “Su predicación fue sencilla, sólida, profunda, profundamente evangélica: Otra vez habló del Evangelio de San Juan. Un mensaje tan Cristo-céntrico, lo sentimos, sin embargo, como algo que venía de una persona que era figura del Mesías y que, por lo tanto, cuando él hablaba de la unidad de Cristo con el Padre, del deseo de Cristo de hacer la voluntad  del Padre, estaba en realidad hablando de algo que expresaba su propio deseo, su propia pasión. Tuve oportunidad, entonces, de decirle que lo consideraba mi Pastor, porque escuchaba su predicación cada vez que podía hacerlo.

    “Creo que si no hubiera dicho esto esta noche, faltaría a un privilegio y a un deber, no por ser Presidente de la Fraternidad Ecuménica, sino por sentir muy profundamente, muy personalmente, que nos pertenece a todos los cristianos.”

     

 
 
     
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Don Enrique Alvear