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El mundo de los pobres y de los trabajadores

  1. Debemos mirar el mundo, la justicia, la fraternidad… la autoridad, el desarrollo nacional…no desde el punto de vista del poderoso, sino desde el fondo del corazón de los pobres.

  2. El hambre, la miseria, el abandono de los pobres; éste es el gran pecado de la humanidad de hoy; los pobres son los abandonados de los hombres, pero son los preferidos de Dios, a ellos le dijo que serán felices.

  3. La fuerza de poderes cuasi divinizados es capaz de negociar cuando se encuentra con otro poder, igual o más poderoso que él, pero ante el más débil no se resiste a hacer ostentación de su poder eliminándole de la vida o de la sociedad.

  4. Creemos que, guiados por Cristo, sus discípulos del mundo trabajador podrán cumplir, en la mejor forma posible, los compromisos de fraternidad y acción sindical para preparar el mañana.  Dios quiere que el mañana del mundo de trabajo vaya naciendo hoy en las manos de los trabajadores, en sus organizaciones, en sus sindicatos y en su esfuerzo de cada día cumpliendo con esperanza la tarea que Dios le señala para el hoy de cada día.

  5. La clase trabajadora sufre graves problemas: falta de unidad como clase obrera y falta de participación en las grandes decisiones de la nación, debilidad de su organización y el pesado costo social que le impone el sistema económico vigente.

  6. La clase obrera y, en general, todo el mundo de los pobres experimenta un pesado costo social, fruto de un sistema económico que niega la debida participación a los trabajadores, tanto obreros como empleados y promueve un desarrollo económica que enriquece a una minoría y empobrece a la gran mayoría, a este sistema o mejor dicho a los que lo promueven no les preocupa mayormente el empobrecimiento de multitudes a pretexto de que en el futuro habrá sobreabundancia de bienes. Con terrible frialdad sacrifican toda una generación en aras de un futuro probable que no muchos van a disfrutar.

  7. Para que haya unidad entre todos los trabajadores tiene que haber amor, tiene que haber amistad y comprender que mutuamente poseen lo mismo y buscan lo mismo; entonces el amor tiene 1que ser la fuerza que lleve a la unidad de todos los trabajadores y que lleve el amor que es una esperanza tremenda de grande.  Nosotros creemos que la fuerza del amor tiene que unir, tiene que hacernos pensar y ver las metas y dar los pasos y hay caminos que son largos de recorrer, hay caminos que son de años, pero que tienen que llegar a su punto.

  8. La clase trabajadora debe tener una convicción muy profunda de que la conciencia de clases está por encima de la conciencia de partido, los trabajadores afiliados a partidos políticos, lo cual es perfectamente legítimo debieran influir con energía para que su partido y todos los partidos populares sean auténticos servidores de la causa de los trabajadores.  La unidad de la clase trabajadora, bien lo sabemos, debe ser un preocupación fundamental en este momento en que vivimos.

  9. Los trabajadores y pobladores no quieren ser manipulados por nadie, ni por la Iglesia, ni por las autoridades, ni siquiera por sus líderes y saben apreciar a quienes los sirven sin llevar otros intereses ocultos, en sus planteamientos.

  10. El líder popular es un hombre que nunca se desconecta de las bases y, además, se deja criticar por ellas, dispuesto a cambiar de actitud cuando le hacen ver sus fallas y errores, no es prepotente, no practica la política del “demógrafo”, o sea del que elige a “dedo” al que le gusta y ni consulta a la base.

  11. Ustedes tienen que hacer nacer las organizaciones necesarias para poder afrontar sus problemas, sabiendo que eso hoy día no es nada fácil, si ustedes no se organizan caerán bajo el paternalismo del Estado o de la Iglesia y pasarán la vida pidiendo favores como menores de edad.

  12. La lucha de un grupo de trabajadores de una industria determinada, expresada en una huelga, en una olla común o en cualquier otra forma, es la lucha de todo el pueblo porque hoy son ellos los afectados pero mañana pueden ser ustedes y sus logros o fracasos repercuten directa o indirectamente en toda la clase trabajadora.

  13. El Hijo de Dios al encarnarse no asume la condición de vida del rico y del poderoso y del que vive seguro.  Jesús entra al mundo, podemos decir, por la puerta de los pobres.  Desde ellos la Iglesia, para ser de todos prestará su servicio a los poderosos invitándolos a vivir las bienaventuranzas, pero no a la inversa.

  14. Vino a este mundo y dijo: yo vengo a cambiar este mundo. ¿Por qué puerta voy a entrar a este mundo?, ¿por la puerta del emperador de Roma? No, voy a entrar por la puerta de los más pobres, de los más marginados y Él es el primer marginado que no tenía ni casa ni sitio donde nacer y por ahí entró al mundo para decir: yo vengo a pertenecer a este mundo.

  15. En el mundo de los pobres observamos una solidaridad espontánea.  También hemos visto dar un paso más:  la solidaridad organizada; con esta última los pobladores le hacen frente a los problema del hambre de los niños, la cesantía, el corte de agua y luz, el habitacional, el de salud, abastecimiento, alcoholismo y drogas, el abandono y soledad de los ancianos, la recreación de los niños… etc.

    Las organizaciones solidarias (bolsas de trabajo, “comprando juntos”, comités de los sin-casa, colonias urbanas, etc.) son formas de hacer más efectivo el amor entre los hermanos que sufren un mismo problema y una ocasión de aprender a afrontar junto esos problemas comunes; sin esperar que otros los vengan a solucionar desde afuera.  Son formas concretas en que el pueblo recupera la confianza en sí mismo y poco a poco rehace su tejido social, actualmente destruido por la represión.

  16. Los cristianos debemos escuchar atentamente el grito de los pobres.  Éste es a veces lolo un débil gemid que brota del corazón de una comunidad humana, otras veces es un grito fuerte, prolongado que nadie puede ignorar.

    El movimiento obrero es el grito organizado de los pobres.  El mundo trabajador no se contenta con recibir buenas ideas y la oferta de planes en su favor por muy excelentes que sean, esto lo sabe apreciar, pero lo que él busca, es una participación más real, quiere ser protagonista de la historia.

  17. En el tiempo de cuaresma, principalmente, ¡dejémonos interpelar por los pobres y oprimidos! ¿Cuál es la interpelación de los pobres de nuestros campamentos y poblaciones marginales y de los trabajadores del campo y de la ciudad?  Ellos piden especialmente: trabajo y remuneraciones humanas que les permitan costearse el alimento, el vestido, la educación de los hijos…; piden vivienda decente para desarrollar dignamente su vida familiar, y que se les reconozca el derecho a organizarse libremente para promover sus intereses...

    A través de los pobres, es Jesucristo quien nos llama a convertirnos.

  18. Si tú tienes casa y eres cristiano, no puedes quedarte tranquilo porque hoy día Cristo no tiene casa y está siendo humillado en cada uno de tus hermanos que no tienen dónde vivir.

  19. Si creemos que la Iglesia tiene algo propio, necesario que aportar a la liberación del hombre, los cristianos deben estar presentes en las organizaciones que surgen para dar respuesta a los problemas poblacionales, laborales, educacionales, recreativos, de salud, etc.

  20. Solo cuando la Iglesia se inserta en medio de la vida y de la muerte de su pueblo logra comprender todo el alcance de estas verdades tan radicales.

    Creemos en un Dios de vida o servimos a los ídolos del poder, de la riqueza, que son ídolos de muerte.  Cuando hablamos  creemos en la vida eterna no podemos olvidar los niveles más primarios de la vida que comienzan con el pan y el techo, el trabajo.

  21. La Iglesia y cada comunidad cristiana en su población, debe preocuparse de los problemas que afectan, frecuentemente en forma dramática, a sus hermanos pobladores.

  22. Es muy necesario fortalecer toda forma de organización social autónoma, favorecer la creación de otras nuevas y activar la participación de los cristianos en ellas, ayudándoles a tomar conciencia que somos parte de este pueblo explotado, oprimido y creyente que busca caminos de liberación.

  23. En el nivel más amplio de la solidaridad notamos poca presencia de los cristianos y mucho miedo, no se logra entender todavía que el Señor nos pide no solo ser solidario con el vecino, si no también con el pueblo completo y sus dirigentes auténticos porque los problemas afectan a todos por igual.

 

 
 
     
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Don Enrique Alvear