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Oración Bíblica Comunitaria

 

+Enrique Alvear U.
Obispo de San Felipe
San Josè de Maipo
1º de abril de 1969

 

 

Esta oración tiene dos elementos básicos:      Es bíblica y comunitaria
                                                                     

Es bíblica: Porque tenemos Fe en la eficacia de la Palabra de Dios: “como desciende la lluvia y la nieve de los cielos y no vuelven allá, sino que empapa la tierra, la fecundan y la hacen germinar… así será mi PALABRA, la que salga de mi boca, que no tornará a Mí de vacío, sin que haya realizado lo que me pugno y haya cumplido aquello a que la envié”. (Isaías 55, 10-11).

Es comunitaria: Porque tenemos Fe en la presencia de Cristo en medio de los que se reúnen en SU NOMBRE: “Donde dos o tres estén reunidos en Mi Nombre, allí estoy en medio de ellos”. (Mt. 18,20).

 

CONDICIONES:

  1. No nos reunimos simplemente a “leer la Biblia” y “meditar en ella”.

 Nos reunimos para escuchar a Cristo que nos habla:
                 

    • Mientras uno de los presentes lee en voz alta el pasaje escogido;
    • Al guardar silencio para releer el pasaje y abrir el corazón ante Él;
    • Cuando, después del tiempo acordado para meditar personalmente cada uno escucha el testimonio que da su hermano sobre lo que el Señor lo ha hecho comprender y gustar.
  1. No vamos con el ánimo de explicar el trozo bíblico con nuestras ideas anteriores.

Vamos con un corazón muy pobre, vacío de todo, para que Su Espíritu nos dé “sabiduría y revelación” (Cfr. Efes. 1.17), que nos haga comprender y gustar lo que Él quiera darnos en ese momento.

Si uno va a repetir sus ideas anteriores, seguirá girando en lo mismo.  Lo valioso es escuchar en silencio íntimo lo nuevo que Él nos quiera revelar en esta PALABRA que leemos, para guiarnos “hasta la verdad completa” (Cfr. Jn 16,13).

Siempre la PALABRA DE DIOS contiene novedad para el que le recibe con un corazón vacío y abierto, a la vez, para acoger su visita.

  1. No vamos a hacer un esfuerzo intelectual para entender SU PALABRA, conforme a nuestras luces.

No vamos a tratar de comprender cada versículo.

Vamos a estar atentos a lo que espontáneamente llame nuestra atención o nos cause agrado dentro del pasaje escogido: ese es el modo de “manifestarse” Cristo al que lo busca en SU PALABRA.

  1. Ordinariamente, no vamos, ante todo, a deducir “enseñanzas prácticas” (cosas prácticas).

Vamos ante que nada, en busca de mayor conocimiento del MISTERIO DE CRISTO (Ef. 3,4), el cual quiere que todos “alcancen en toda su riqueza la plena inteligencia y perfecto conocimiento del Misterio de Dios”. (Col. 2,2) para que vivamos de una manera digna del Señor, agradándole en todo y fructificando en toda obra buena (cfr. Col. 1, 9-10).

Esta oración bíblica puede ser o llegar a ser superficial si predomina la preocupación moral (qué hacer, como debe ser mi conducta práctica).  Está o no está ausente, pero normalmente debe ser la consecuencia o la expresión en la vida del MISTERIO DE CRISTO vitalmente asimilado.

Es fundamental querer ahondar en el conocimiento amoroso del MISTERIO DE CRISTO, como lo tenían, por ej.: San Pablo y San Juan.  Esto es lo que dará mayor profundidad a nuestra vida cristiana.

Muchos comentarios o meditaciones en común sobre el Evangelio no dan profundidad a la fe, porque en ellos prevalece el afán por llegar pronto a “lo práctico”.

Es un error pensar que la contemplación amorosa del MISTERIO DE CRISTO aleje de la realidad de la vida.

Muy por el contrario; nuestra identificación con Cristo para que Él exprese a través de nosotros sus pensamientos, su Voluntad, sus criterios, sus deseos, o sea, el MISTERIO DE CRISTO manifestado en nuestra vida, es ya participar de su poderosa energía que nos conduce a una acción cada vez más rica en intensidad y extensión.

Cuando falta el conocimiento del MISTERIO DE CRISTO, la vida cristiana se convierte en un conjunto de reglas morales, que limitan la visión y la acción.

La moral fluye espontáneamente del MISTERIO DE CRISTO, como aparece en las Epístolas de San Pablo.

MODO DE HACER LA ORACIÓN

  1. Fijar el tiempo de la oración personal, es decir. lo que va a durar.
  2. Comenzar con una oración en que se acentúe el llamado del Padre a encontrarnos; la presencia de Cristo; la fe en SU PALABRA; la comunicación de Su Espíritu y la asistencia MATERNAL DE MARÍA.
  3. Dije más adelante que no vamos a la oración con una actitud intelectual, ante todo, como quien va a investigar algo o a aclarar sus dudas.

Para evitar que esta oración se convierta en “estudio de la Biblia”, es necesario que vaya precedida de una sencilla aclaración exegética, que muestre la línea de pensamiento que se desarrolla y aclare algunas dificultades, como por ej., de lenguaje e interpretación.  Dicha aclaración ilumina el campo sobre el cual se hará la meditación y evitará subjetivismos en la interpretación.

Alguno del grupo puede preparar esa aclaración previa.  (Aquí notamos de paso, la falta de una adecuada preparación bíblica en Noviciados y Grupos Católicos, en general).

  1. Leer un pasaje que desarrolle un pensamiento completo, el cual, a veces, puede abarcar más de un capítulo (No es conveniente escoger un trozo bíblico desconectado de un conjunto).
  2. Antes de detenerse a meditar, haber escuchado y leído el trozo completo.  Después de esta visión de conjunto, detengámonos a pensar: “Qué me atrae a mí”, pidiendo al Señor que se nos manifieste.  (Dejar un rato conveniente para esta oración personal).
  3. Terminado el tiempo de oración personal, el que dirige el grupo, invitará a los demás, a dar su testimonio personal.

Es básico que se continúe en actitud de oración, pues ahora vamos a escuchar lo que Jesús seguirá hablándome a través de cada uno.  Éste es un punto capital: Aquí se enriquece, se amplía y muchas veces se clarifica la propia visión.

Es muy conveniente, aunque no sea absolutamente necesario, que el que preside, sintetice los pensamientos de todos, para acentuar lo que el Señor habló al grupo.

En este momento se aprecia la especial riqueza de esta oración bíblica común:

  • Abre nuevos horizontes a todos;
  • Afirma lo personal y lo fortalece por el aporte de los otros;
  • Establece cada día un vínculo espiritual más profundo y da base a la amistad fundada en el Señor;
  • Contribuye a dar al grupo o comunidad, un sentido profundamente eclesial, ya que se realiza un crecimiento en común, estimulado por Cristo, presente, que alimente a cada uno según su personalidad y función en la Iglesia. (Indispensable leer aquí: Efe 4, 12-16)
  • Prepara a la “Celebración de la Eucaristía”, acto eclesial por excelencia y cumbre de la contemplación personal y comunitaria del Misterio de Cristo, a la vez que es fuente de toda acción cristiana.
  1. Termina la oración bíblica comunitaria, con una oración hecha por el que preside u otro.  Puede ser una oración que acentúe el don recibido de Cristo en ese momento, o una plegaria al estilo de la “oración de los fieles” en la Misa.

 

+Enrique Alvear U.
Obispo de San Felipe

 

San Josè de Maipo
1º de abril de 1969

 

 
 
     
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Don Enrique Alvear